lunes, 14 de septiembre de 2009

La increíble y gran locura del “Internet Craze” en la economía


República Dominicana en el 2000 contaba con 55,000 usuarios, con una población de 8.34 millones de habitantes, y hoy por hoy, con un estimado de 9.65 millones, tiene más de 3 millones de internautas, para una penetración de un 31.6%, y un crecimiento de 5, 354.5% en la última década

"El Internet cambia todo". Así nos dijeron en la cumbre de la locura de Internet o la bien llamada “Internet Craze”, ocurrida hace algunos años. Según un destacado artículo de The Wall Street Journal titulado: "Adiós a la oferta y la demanda", los expertos auguraban que el fenómeno produciría una transformación de las fuerzas fundamentales de la economía. Después del hecho, algunos economistas piensan que no lo cambia todo, y que ciertamente no cambió dichas potencias económicas fundamentales que subyacen en el funcionamiento de los mercados.
Como tampoco muchos analistas creen que este, o cualquier otro cambio o innovación tecnológica, podría alterar las leyes intrínsecas del comercio establecidas en los últimos tres siglos.
Pero a pesar de los razonamientos más escépticos, de acuerdo con datos consultados, en el 2000 solo unos 360.9 millones de habitantes accedía al Internet en el mundo. No obstante, al 30 de junio del 2009, de 6,770 millones de personas registradas en el globo terráqueo, 1,669 millones usan Internet, con una penetración del 24.7% de la población mundial y un crecimiento de 362.5% en los últimos 10 años.
Cabe destacar que la población mundial creció en cerca de 91.7 millones de habitantes el último año, lo que representa un aumento de 1.4% con relación al año pasado, pero más impresionante es el ritmo de crecimiento de los usuarios. Los datos más recientes confirman que aproximadamente uno de cada cuatro personas en el mundo usa Internet, y el número de usuarios conectados se incrementó en 205.2 millones desde mediados del año pasado a la fecha.
El caso de Latinoamérica es digno de observar, pues en el 2000 la región contaba solo con 18.7 millones de internautas, y a mediados de este año, de 586.7 millones de habitantes registrados en el área, 175.8 millones usan Internet, con un 30% de penetración, mostrando un crecimiento de 873% en el período bajo estudio (2000-2009).

1,669 millones usan Internet en el mundo


Y la historia no termina ahí. De todos los países de América Latina, las estadísticas más impresionantes son las de República Dominicana, que en el 2000 contaba con 55,000 usuarios, con una población de 8.34 millones de habitantes, y hoy por hoy, con un estimado de 9.65 millones, tiene más de 3 millones de internautas, para una penetración de un 31.6%, y un crecimiento de 5, 354.5% en la última década.
Por otra parte, un estudio realizado a principios de año por Reuters, en Estados Unidos, indicó que un 56% de 3.030 adultos estadounidenses entrevistados en una encuesta online, manifestó que si tuviera que escoger una sola fuente de información, elegiría Internet, mientras un 21% preferiría la televisión y tanto los periódicos como la radio serían la opción de un 10% de los encuestados. Dicho estudio posiciona a los medios digitales en una posición privilegiada en cuanto a la búsqueda de información y refleja un aumento de la credibilidad en dichos medios.
Estos datos nos indican que la red se ha convertido en el medio más mensurable, y de más alto crecimiento en la historia. Actualmente existen millones de empresas que obtienen dinero de la publicidad en Internet. Además, la publicidad interactiva ofrece muchas ventajas, tanto para el usuario como para los anunciantes. Otro estudio más reciente que realizaba búsquedas de páginas en 75 idiomas, determinó que hay sobre 11.500 millones de páginas Web en la Web Pública Indexable, cifra que a la fecha se encuentra bajo comprobación.
En sus inicios la principal función del Internet era reducir el costo de la transmisión de información. Esto no sólo permitió que la economía se beneficiara directamente de la disminución de los costos de transferencia de datos, sino que también abrió las puertas para que los mercados funcionaran de manera más eficiente.
Obviamente, esta información en manos de los consumidores ha permitido la elección de mejores productos. Cualquiera que haya intentado comprar un carro y ha consultado las páginas de ventas especializadas en el producto puede dar testimonio de la riqueza de la información gratuita disponible. Rastreadores "stock" hacen de una ardua investigación de mercado una operación más fácil y eficiente, mientras recoger cotizaciones en tiempo real, es hoy día “cosa de hacer un click y ya”, algo verdaderamente inconcebible para un inversor típico e inteligente antes de la “Era Internáutica”.
Ahora, cualquier persona interesada en el producto o el mercado puede encontrar rápidamente la información que desea con motores de búsqueda como Google, Yahoo o MSN, aunque la afluencia de datos disponibles todavía no impide que los consumidores sobrepujen de vez en cuando por uno que otro artículo, ofrecidos en eBay. Además, muchos sitios Web permiten a los consumidores ayudar a otros comparadores potenciales, proporcionando información útil sobre la calidad y precios de los productos.
Al reducir el coste de transmisión de datos, la Internet ha revolucionado algunos mercados, haciendo que determinadas plazas locales se vuelvan internacionales y los mercados nacionales se conviertan en universales. También ha permitido a las personas a permanecer en contacto, casi constante, con familiares y amigos, usando mensajería instantánea, ha impulsado la creación de comunidades virtuales interesadas en temas particulares, y ha permitido a las personas con la suficiente energía y el interés de convertirse en "difusores" de la información a través de sitios Web y blogs (Web logs).
Pero a pesar de estos cambios en la información de mercado, algunos economistas siguen insistiendo en que el Internet no cambia las fuerzas del mercado subyacente, y una prueba de ello fue el estallido de la “burbuja tecnológica” -la deflación de las capitalizaciones de mercado de las empresas de tecnología, ligadas la mayoría de ellas al Internet- fue el caso que los expertos tomaban como ejemplo para detractarlo.
La ley de la demanda establece que el precio que el consumidor marginal está dispuesto a pagar disminuye a medida que aumenta la producción, manteniendo firme todo lo demás. Lo que significa que el precio disminuye a medida que aumenta la oferta. Y aplicada a la inversión, esta ley equivale a que los rendimientos disminuirán a medida que aumenta el nivel de inversión.
Debido a que las expectativas del Internet son tan altas y tan extensas, las firmas que prometían usar la red en sus planes de negocios tejieron una enorme cantidad de inversión. Algunos de estos planes de negocios fueron muy frágiles y sin mucho potencial para crear beneficios.
Pero incluso, las empresas cuyos planes de negocios tenían sentido no fueron capaces de traducirlos en beneficios cuando una docena de otras empresas estaban invirtiendo en la misma idea. Así que una gran inversión de dinero fue arrojado a la "Web" y las empresas terminaron con tasas de rendimiento negativas.
Por supuesto, los consumidores se beneficiaron de estas nuevas inversiones, incluso aunque los inversores se perjudicaran. Esto es también coherente con la microeconomía simple, que enseña que, aunque el precio se reduce a medida que aumenta la oferta, el beneficio para los consumidores aumenta.
En síntesis, algunos conceptos económicos relativamente nuevos, anteriores a la red se utilizan a menudo en los debates sobre la Web. Estos conceptos-los efectos de red, el ganador se lleva todo, el lock-in, gana por ser el primero, son a menudo mal entendidos. Los dos últimos en la lista, ya que son de uso común, no se admiten en la literatura económica. Acaso tampoco los economistas aceptarán que la “burbuja tecnológica” no fue más que la incapacidad de los inversores y el mercado de entender un fenómeno fuera de serie: la “Internet Craze”, esa gran locura que apenas ha comenzado, y que desde ya nos mantiene adeptos a la red, al filo de nuestros ordenadores.

Fausto Adames es el Editor Web de la Revista Mercado

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